El vuelo de las Águilas : Cerrar el pasado ..

Marahat había cumplido los 22 años de edad, y en el horizonte de su corazón se estaban cruzando toda clase de ideas acerca de su futuro destino. Se daba la circunstancia de que, recientemente, había conocido a un grupo de viajeros con los que había congeniado de tal forma que deseaba ardientemente unirse a ellos para explorar y aventurarse en países lejanos. Marahat, aunque siempre había soñado con hacer algo así, cuantas veces había planteado esta posibilidad a su madre, no había conseguido más que perturbarla en el sueño. Su madre, en su deseo de proteger al hijo, trataba siempre de borrar sus anhelos de vuelo con toda clase de argumentos y manipulaciones que finalmente lograban paralizar al entusiasmado Marahat. El joven vivía una constante frustración, ya que amaba a su madre y percibía de ella favores de forma tan generosa e incondicional que se encontraba irremediablemente atado a su criterio y costumbres. Un día, preso de dudas y cavilaciones, decidió ascender la montaña más alta de aquellos contornos y reflexionar acerca de las cadenas familiares que, aunque queridas y aceptadas, sentía que le torturaban. Una vez arriba, se sentó junto a una aromática higuera y, de pronto, sintió un sueño inminente que le hizo cerrar sus ojos… su mente comenzó a percibir una extraña escena: Se trataba de una especie de gallinácea que a todas luces no poseía el don del vuelo. Ésta, a pesar de sus plumas caminaba como un pollo a ras de suelo.

Pasados unos instantes, observó como dicha ave encontró un huevo de otro pájaro que, al parecer, había sido abandonado a su suerte. Así que lo empolló con esmero hasta que el pichón rompió la cáscara y nació al mundo. Pasado un tiempo, el pichón ya crecido habló a su madre adoptiva diciéndole: «¿Cuando volaré?» Y el ave atada a la tierra le dijo: «¿Para qué quieres volar? ¿No ves lo bien que vivimos tal y como estamos? Además, si vuelas ya no te podré cuidar igual y en el mundo más allá de esta tierra hay muchos peligros desconocidos… » El ave no sabía como enseñarle a volar al pichón adoptado, ni sabía tan siquiera como arrojarlo del nido de manera que aprendiese… Por otra parte, el joven pichón aunque reconocía la situación, sentía una enorme gratitud hacia la madre que lo había empollado. «Sin ese servicio de ayudarme a nacer,» se decía, «seguramente estaría aún en el huevo. Aunque aquel que puede empollarme, seguramente debe también saber enseñarme a volar… Tal vez sea solo una cuestión de tiempo… o bien de mis propios esfuerzos». Ante el eco final de estas pensamientos, Maharat fue despertando poco a poco del ensueño. Se sentía desconcertado e incluso extrañamente aliviado, así que decidió descender. Algo en lo íntimo de su corazón sabía que había comenzado el camino del saber. Al poco, al pasar por una ladera, se oyeron las notas de un laúd que acompañando el estribillo de una voz que conmoviendo todo sus ser decía:

«Si quieres vivir como las águilas no vivas entre gorriones»

Cuentos para aprender a aprender . José María Doria

Fuente

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