La lupa
Ana~Babybruji – «CUENTOS para APRENDER a SER FELIZ«

La lupa
Llevábamos una semana de campamento en la sierra, cada día nos proponían un nuevo reto. El de hoy era encender una hoguera con ayuda de una lupa. Sí, una simple lupa.
El monitor nos dijo que era sencillo, pero requería paciencia: teníamos que hacer un círculo con las piedras, que había en un montón. Luego ir a buscar leña para la hoguera. Y por último utilizar la lupa y un cacho de papel para encenderla.
Unos cogieron palos gordos, otros palos finos y otros cogimos una mezcla de los dos.
Una vez recogidos y colocados, nos pusimos como nos había dicho el monitor, sujetando la lupa para que el sol pasase a través de ella y diese en el papel. Nos dijo que cuanto más quietos estuviésemos, antes se encendería. Pedro fue el primero en aburrirse y venir a hablar conmigo, luego fuimos a ver cómo lo llevaba Beatriz. Los únicos que no se movieron fueron Carmen y Juan. Y eso que les picamos y nos reímos de ellos por estar tan quietos y enfocados.
Al cabo de unos 30 minutos de sus hogueras empezaron a salir unos hilos de humo. El resto nos acercamos para verlo. La de Carmen no acababa de encenderse, mientras que la de Juan ya iba teniendo un pequeño rescoldo. Juan sopló un poco y terminó de encender los palitos que había puesto primero, que rápidamente encendieron los palos gordos que había debajo. ¡Conseguido!
El monitor nos preguntó si sabíamos por qué la de Juan se había encendido y el resto no.
—¡Ha tenido suerte! —dijimos todos.
—Eso es lo que dicen los que no hacen lo necesario para conseguir lo que quieren y otro, que sí lo ha hecho, lo consigue —dijo el monitor—. Lo que ha hecho Juan ha sido mantenerse enfocado mientras vosotros ibais saltando de una hoguera a otra.
—Carmen hizo lo mismo y no ha ganado —le dijimos.
—Cierto. Pero Juan eligió palos pequeños para empezar y fueron esos palos los que prendieron los grandes. Carmen, en cambio, eligió los grandes, imagino que pensando que así terminaría antes, pero para encender esos palos hubiese necesitado estar ahí unas cuantas horas más. Me lo ha dejado fácil para enseñaros otra lección que os puede servir: se avanza más de menos a más que tratando de abarcar más de lo que podemos para atajar.
Muchas veces vemos la hoguera de los demás cuando ya está prendida y lo llamamos suerte sin ser conscientes del trabajo que ha habido detrás. Cuando quieras llegar donde ha llegado otro, no te dejes cegar por lo que ha conseguido; lo que debes averiguar es el camino que ha seguido.

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